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Meditacion del Evangelio de Hoy

La Lectio Divina

Estamos acostumbrados a pensar, que la oración,  es solo decirle cosas a Dios. Sin embargo, para mejor Orar, debemos sobre todo, aprender a escuchar  a Dios, que nos habla. ¿Y cómo lo podemos escuchar? Pues sencillamente, a través de la meditación y reflexión de la Palabra de Dios,  a través de la llamada Lectio Divina. Dios, se acerca a nosotros, y nos invita al diálogo,  en cada libro de la Biblia, a través de Jesucristo que es su Palabra. Por lo tanto, Orar con la Biblia,  es escuchar  lo que Dios nos quiere comunicar, aquí y ahora. Que importante resulta entonces, dedicar diariamente unos minutos a esta meditación de la Palabra, que deberá convertirse para ti,  en una experiencia personal de comunion con Dios, pues a partir del conocimiento del texto escrito, se busca la experiencia fundante que está como base de toda revelación. Si nosotros leemos continuamente la Palabra de Dios,  esta Palabra de vida,  poco a poco, nos ira transformando, hasta llegar a formar en nosotros, un hombre nuevo.  Sin que nosotros lo advirtamos,  la palabra toca lo más profundo de nuestro ser, va formando nuestro corazón en el bien,  y sin que nosotros lo sepamos, esta palabra  de Dios, nos va transfigurando,  hasta  llegar a crear en nosotros,  los mismos sentimientos que posee el Corazón de  Jesús.

"La Lectio Divina" De Hoy...
 

Fin de la Lectio Divina

Para  poder realizar la Lectio divina o lectura orante de la Palabra de Dios, se requiere seguir varios pasos. Su fin principal, es abrir la mente y el corazón a lo que Dios nos quiere decir, a través de esta palabra revelada en la Sagrada Escritura, y convertirla en frutos de vida con la ayuda del Espíritu Santo. La Lectio divina es un medio privilegiado para el crecimiento espiritual de la persona y, como tal, requiere de una práctica constante, mediante la cual se va adquiriendo y perfeccionado el hábito de  la oración.  El Señor, a través de su palabra de vida,  empieza lentamente, a modificar todos nuestros pensamientos, nuestras actitudes, nuestras acciones. A través de la meditacion de la Palabra de Dios, podremos adquirir una vida santa; debemos permitir que Dios forme en nosotros este hombre interior, para que vivamos conforme al evangelio de Jesús.  Nuestra mente debe renovarse cada día, por medio de la palabra, y esto no se dará,  si no tomamos conciencia, de que debemos tener,  una lectura asidua y profunda de la palabra. 

La Lectio Divina y la Iglesia

El Concilio Vaticano Segundo, señala enfáticamente: Es tanta la eficacia que radica en la palabra de Dios, que es, en verdad, apoyo y vigor de la Iglesia, y fortaleza de la fe para sus hijos, alimento del alma, fuente pura y perenne de la vida espiritual. (...) El papa Emérito Benedicto XVI insiste en que la Iglesia no vive de sí misma, sino del Evangelio y que es únicamente en él donde encuentra su orientación para el camino. Por eso motiva a la Iglesia a utilizar la Lectio divina con frecuencia, ya que al centrase en la Palabra de Dios, siempre dadora de vida, lámpara para nuestros pasos y luz en nuestro camino, es fuente segura de renovación: La Iglesia debe renovarse y rejuvenecer siempre. (....) En este contexto, quiero evocar particularmente y recomendar la antigua tradición de la “Lectio divina”. La lectura asidua de la Sagrada Escritura acompañada por la oración permite un diálogo íntimo en el que, a través de la  lectura, se escucha a Dios que habla, y a través de la oración, se le responde con una confiada apertura del corazón (Cf. “Dei Verbum”, 25). Si se promueve esta práctica con eficacia, estoy convencido de que producirá una nueva primavera espiritual en la Iglesia. En varias de sus homilías, el Papa Francisco habla de “custodiar” la Palabra de Dios. Custodiar la Palabra de Dios significa meditar lo que nos dice uniéndola a lo que sucede en la vida.

¿Cómo lo Llevamos a Cabo?

1. Preparación: Dedicarle todos los días,  al menos 15 minutos a la lectura de  la Biblia; Sera como irnos a sentar a los pies del Maestro, como Maria en Betania, para que El nos instruya;  Busquemos entonces un sitio  adecuado en el que encontremos un clima que sea favorable, de silencio y recogimiento, puede ser una capilla, tu propio cuarto, la sala de la casa, el jardín, la naturaleza, lo ideal seria,  estar ante el Santísimo, en el Sagrario o ante el altar. Es necesario, que encontremos este clima apropiado,  de serenidad, de paz, de silencio interior y exterior, de sosiego del alma.  Dispongamos todo nuestro cuerpo, para lo que vamos a hacer, entrando en quietud, sentándonos de manera cómoda, en una postura reverente si estamos ante el Santísimo. Liberemos nuestra mente y nuestro corazón, de las preocupaciones de la vida diaria.

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2. Una vez  determinado el lugar y el tiempo, dispongamos  nuestro corazón. Tomemos la Biblia en nuestras manos, como si fuera un tesoro, abracémosla con mucho cariño y besemos con amor a la Palabra contenida en ella. Invitemos ahora al Espíritu Santo, pidasmosle que nos asista, que nos ayude, entonces sera el mismo espíritu, quien preparara adecuadamente nuestro corazón y nos iluminara con su luz. Recurramos también con confianza, a la intervención de la Virgen María para que nos acompañe, y nos ayude a adquirir su actitud de escucha a la Palabra de Dios, de humildad ante el mensaje revelado, de acogida a la infinita sabiduría de Dios, de inmensa sencillez y generosidad en nuestra respuesta.

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3. Lectura: Es el momento de “la lectura” propiamente dicha. Para leer el texto bíblico, hay que hacer lo siguiente: Elegir un pasaje específico, que podamos comprender y que alcancemos a retener en la mente conforme lo vamos leyendo. Ahora, hacer una lectura reposada, tranquila, serena, leer despacio, tratando de poner atención en las palabras, dejando que el Espíritu llene con toda su riqueza. Repetir varias veces la lectura, para familiarizarse con todo el texto e ir captando sus distintos matices. detenernos cuando una frase o palabra, haga ECO en nuestro interior,  si esto sucede así, ¡detente!,  allí te está hablando el Señor. Si la lectura no te dice nada, quédate tranquila y en paz. La hora de Dios no es nuestra hora, en otro momento, te dirá tal vez  mucho, ese texto.

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4. Meditación: Cerrar los ojos.  Tratar de entender  y decirle al Espíritu Santo, que de todo lo leído ¿qué es lo que me quiere decir?, ¿Qué es lo importante?, Recojo las palabras que más me han llamado la atención.  ¿Qué me sugiere la Palabra de Dios? ¿A qué me invita? ¿Qué me pide? ¿Qué me exige? dejar un momento  de silencio, para que reposen las palabras;  al final, dejaran alguna idea en tu cabeza, después debemos saborear esa idea, y pensar cómo esa idea, la puedo aplicar en mi vida, puedo escribir los mas significativo. De esta meditación brotara en seguida nuestra Oración al Señor, como respuesta a lo que El, nos ha hablado. Brotara de nuestro interior entonces una oración de suplica, una petición de perdón, alabanza, acción de gracias, ect. La oración desemboca en la contemplación. Aquí estamos en la cima de la montaña, en el lugar más alto donde podemos contemplar el misterio de Dios.La contemplación no es un esfuerzo humano, se trata más bien de dejarse amar por Dios, dejar que su Palabra anide en el corazón para que dé fruto abundante,

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5. Discernimiento: Discernir conlleva a Interpretar la Palabra de Dios en la situación concreta en que uno se encuentra. Este aspecto consiste en una cierta habilidad que comunica el Espíritu, para  saber discernir acertadamente según el pensamiento de Dios, tal cual y como se expresa en su palabra. Mediante el gusto del Evangelio, a través de una especie de olfato espiritual para las cosas de Cristo, nos hacemos sensibles a todo lo que es evangélico y a lo que no lo es. Se trata, por tanto, de un discernimiento importante, que nos  llama a una conversión de vida, a observar los mandamientos en general, a estar decididos a seguir a Jesucristo con sus enseñanzas en el Evangelio. El seguimiento conlleva a abrazar  la cruz. Después proseguimos con el siguiente paso, la intercomunicación, es decir, compartir con los otros, a manera comunitaria, reunidos en asamblea para trasmitir mi propia experiencia. Aporto los ecos que la Palabra ha suscitado en mi. En clima oracional como intercambio de experiencias y vivencias (llevarlo escrito puede ayudar).

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6. Accion: La respuesta que damos a Dios al final del proceso de una Lectio Divina ha de traducirse siempre en “Acción, compromiso y testimonio real en la vida cotidiana”. En realidad, durante el itinerario de la Lectio lo que hacemos es responder al mensaje de Dios, manifestándole asi, cómo pensamos hacerlo vida. La acción se realiza en la vida y se traduce en un compromiso con Dios y con la comunidad de fe, este es nuestro testimonio como cristianos. La Palabra y la oración, tienen que traducirse en obras, pues mediante ellas se cumple la voluntad de Dios. Jesús afirma: “No todo el que dice Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre celestial”. El resultado de la oración y la contemplación, son reales y significativas sólo si tienen una proyección fraterna.  El encuentro con Dios,  se continúa en el encuentro con el prójimo y en acciones de caridad y servicio. Es aquí que se puede constatar si el encuentro con Dios ha sido auténtico y si nos mantenemos abiertos a las mociones del Espíritu Santo.

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"La Santa Misa"  De Hoy....

El evangelio de hoy Sábado 27 Abril de 2024 📖 #LectioDivina #TeleVID
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Misa de hoy ⛪ Sábado 27 Abril de 2024, Padre Luis Vivó #TeleVID #MisaDeHoy #Misa
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