Finalidad de la Devocion al Sagrado Corazon de Jesus
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Uno de los fines de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, es devolver a este Corazón Sagrado, amor por amor, porque este Divino Corazón nos ha amado y nos ama siempre más de lo que puede decirse y más allá de todo lo que puede imaginarse. Desde el primer instante en que ha comenzado a palpitar, no ha cesado un sólo momento de pensar en nosotros y de amarnos, aunque fuésemos sus enemigos, y supiese de antemano el poco caso que la mayoría haría de su amor. Sin embargo, este amor ¿hasta dónde no lo ha llevado? Lo sabemos: no se ha limitado a enseñarnos, con sus discursos y sus ejemplos, en el camino del cielo; ha querido rescatarnos Él mismo esta herencia que habíamos perdido. Y ¿a qué precio? Lo sabemos también: una sola súplica, y un sólo suspiro le habría bastado para apaciguar la cólera de Dios y satisfacer a su justicia; pero esto no era bastante para su amor.
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Y porque había dicho un día que la prueba del más grande amor estaba en dar la vida, ha querido suministrarnos esta prueba, y ha dado la suya. Y ¿cómo la ha dado? A continuación y en medio de los más horribles suplicios, muriendo en una cruz entre ladrones. Por último, como al dar su vida por nosotros, no quería, sin embargo, abandonarnos y dejarnos huérfanos, después de haber sido para nosotros un padre tan cariñoso, instituyó el Sacramento de la Eucaristía, por medio del cual permanece en medio de nosotros, rogando sin cesar, continuando su ofrecimiento a Dios, su Padre, a cada instante, por nuestra salvación, y llamándonos a Él para alcanzarnos sus gracias, consolarnos en nuestras penas, fortificarnos en nuestras debilidades, ilustrarnos en nuestras dudas y alimentar nuestras almas con su propia sustancia.
El segundo fin, pero quizás el principal, de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, es reparar todos los ultrajes que este divino Corazón ha recibido y continua recibiendo, principalmente en el Sacramento de la Eucaristía, llamado también el sacramento de su amor. Porque es incomprensible que los hombres, amados por el Corazón de Jesús como lo han sido, y como lo siguen siendo siempre, hayan podido llevar la ingratitud, la dureza y la insolencia respecto de Él, hasta el punto de desconocer, de desdeñar, de despreciar y de negar su amor. necesidad de reparación encuentra justamente satisfacción en la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, que tiene por objeto honrar lo más que se pueda y consolar a este divino Corazón.
Pero Jesús ¿no es para nosotros a la vez un amigo, un hermano, un padre, y más que esto todavía, nuestro Criador, nuestro Salvador y nuestro Dios? Qué obligación no tenemos, por consiguiente, para afligirnos con Él por sus penas, para compensar por un mayor amor la criminal indiferencia de los hombres, y para reparar con adoraciones más profundas los ultrajes de que está lleno su divino Corazón.Veamos pues cómo ésta obligación de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, es tan justa y tan santa en sus fines, y cómo debe sernos preciosa, puesto que practicándola cumplimos no sólo con los deberes que tenemos de dar testimonio del amor que profesamos al Corazón de Jesús, sino que, también, cumplimos con nuestro particular deber de reparar las injurias que recibe de los pecadores. (D’Hauterive)